Alentar a que los niños hagan su parte es bueno para todos.
Escrito por Malia Jacobson
En teoría, todos ganamos cuando asignamos faenas o quehaceres caseros a los niños: Los niños ganan en responsabilidad, y los padres obtienen un poco de ayuda con los platos, el perro, y las interminables montañas de lavandería. Pero con demasiada frecuencia, los niños se resisten, y los padres consideran que es más fácil realizar las faenas ellos mismos que batallar para lograr que los chicos ayuden. De hecho, los niños de hoy hacen menos en casa que los de hace una generación – un 25 por ciento menos que los chicos a principios de la década del 1980, según el University of Maryland Population Research Center.
Guerra de Faenas: Cómo Conseguir Más Ayuda en CasaPero dejar que los niños se salgan con las suyas es un error, dice Judy H. Wright, educadora de padres y autora de How to Get Your Kids to Help At Home. Las faenas domésticas son realmente buenas para los chicos: Les infunden nociones de confianza, competencia y éxito. También proporcionan la estructura que necesitan durante los meses de verano cuando no hay escuela.
“Los maestros me dicen que pueden detectar a los alumnos que hacen faenas en casa”, comenta Wright. “Los chicos ganan en confianza cuando se les permite y se espera de ellos que ayuden a la familia”.
Y saber que hay algo que tienen que hacer todos los días también enseña a los niños lo que es responsabilidad y manejo del tiempo. He aquí cómo conseguir que los tuyos ayuden a cualquier edad…
Faenas aptas para pequeños (2-5 años)
Los chiquitines realmente disfrutan de ayudar a sus padres, lo que hace de la niñez una etapa excelente para iniciarlos con pequeños quehaceres, dice la especialista en desarrollo infantil Uschi Wells de Imprints, una organización educativa para padres en Winston-Salem, Carolina del Norte. Las faenas domésticas pueden dar un gran impulso al desarrollo de los pequeños, dice ella. “Darle a un chiquitín de 2 años una tarea como llenar el plato de agua del gato o cargar con un montón de lavandería fortalece sus habilidades motoras finas y gruesas”, explica Wells. El secreto está en hacer que las faenas luzcan divertidas y en no asignarles demasiado. Deben ser tareas simples y aptas para su edad, como quitar polvo a los rodapiés, separar las prendas de lavandería, o sacar los cubiertos del lavavajillas.
Faenas perfectas para preadolescentes (6-11 años)
A finales de la escuela elemental, los chicos se preocupan más por independizarse que por complacer a los padres. De manera que el niño dulce que felizmente solía casar sus calcetines, ahora pudiera rechazar la faena casera más sencilla. Esto, combinado con fases aceleradas de crecimiento y cambios hormonales según se acerca la pubertad, puede dejar a los niños cansados al final del día. La solución, dice Wright, es asignarles faenas con un límite de tiempo: El niño tiene que darle de comer al perro antes de sentarse a la mesa, por ejemplo. Asígnale tareas mayores, como limpiar su habitación, pero vinculadas al sábado por la mañana, y explícale las ventajas de terminar las faenas temprano para que puedan disfrutar del resto del fin de semana.
Motiva a los adolescentes con poco tiempo (12-18 años)
Entre clases a las 7 a.m. y empleos a jornada parcial, los adolescentes pudieran alegar que están demasiado ocupados como para hacer faenas, pero, según Wright, pueden aprender habilidades importantes para la vida basadas en cómo manejan los quehaceres caseros. “Las faenas ayudan a los adolescentes a desarrollar habilidades como planificación, gestión del tiempo y creatividad, cosas que utilizarán en el mundo laboral”, explica ella. Los adolescents con poco tiempo ensayan con sus hermanos cómo negociar con flexibilidad, lo que les será útil para triunfar en el campo laboral. Otra forma de alentarlos a que hagan lo que tú necesitas es dándoles plazos flexibles y escogiendo tareas que puedan intercalar entre las otras cosas que hacen, como recoger a un hermano menor del colegio.
