MADRID, 15 May. 16 / 10:14 pm (ACI).- Patricia Sandoval ahora es activista provida, defiende al niño no nacido contando su propia historia de errores y de perdón. Abortó en tres ocasiones, trabajó para Planned Parenthood, y el síndrome post aborto la sumió en una espiral autodestructiva de consumo de drogas y relaciones dependientes.
Según explica Patricia Sandoval a ACI Prensa en el colegio le hablaban de anticonceptivos y de sexo seguro, pero a los 19 años comenzó a salir con un chico 5 años mayor que ella y quedó embarazada. En un primer momento decidieron que tendrían al bebé, pero tras una conversación con una amiga, Patricia tuvo miedo y decidió abortar sin que su novio supiera nada. Simplemente le dijo que “había perdido al bebé”.
Quien le administraba los métodos anticonceptivos gratis eran las clínicas de Planned Parenthood, porque según explica Sandoval, éstas clínicas reciben dinero del gobierno.
Cinco meses después del primer aborto, Patricia volvió a descubrir que estaba de embarazada.
Esta vez no se lo dijo a nadie y decidió abortar en el más absoluto de los secretos, por eso pidió cita en Planned Parenthood. Según recuerda, “fue rápido y nadie supo de él”.
Sin embargo ella sí lo sabía y comenzó a sufrir las terribles consecuencias del síndrome postaborto. “Quería suicidarme. Tenía una profunda depresión y vergüenza. Era inestable emocionalmente”, recuerda.
Pero llegó un tercer embarazo. Su pareja se alegró de la noticia, pero ella le convenció de que no lo tendrían y por eso le obligó a que le acompañara a abortar.
“Él tenía muchísimo miedo. Incluso llegó a llorar. Yo me sentía terriblemente mal, no sólo por lo que estaba haciendo, sino porque mi pareja pensaba que ése era el primer aborto, cuando en realidad era el tercero”.
Posteriormente su novio comenzó a sufrir también el síndrome postaborto que muchos hombres padecen. “Estaba muy deprimido, tenía pesadillas de niños que le decían papá”.
Finalmente Patricia y su novio dejaron la relación y ella comenzó su vida en otra ciudad, donde encontró trabajo en una clínica de Planned Parenthood como asistente médica, a pesar de no tener experiencia ni preparación sanitaria.
Allí le explicaron cómo debía dirigirse a las clientas. “No podía llevar fotos de su familia, no podía referirme al bebé como él o ella, sino que eran unas células. De hecho, no podía decir la misma palabra ‘bebé”.
Sin embargo, de manera inesperada, todo cambió.
En la asistencia a su primer aborto, Patricia debía encontrar las partes del cuerpo del bebé extraído. “Al ver sus dedos perfectamente formados, me di cuenta de que no eran unas células. Ahí supe que había asesinado a mis tres hijos”.
Sumida en una profunda depresión, decidió no volver más a la clínica; sin embargo se involucró en una relación con un hombre que la inició en el consumo de drogas. Ella tenía 22 años.
Cuando terminó esa relación se encontró totalmente sola y sin fuerzas para recomenzar.
Llorando en la calle, una joven se acercó a ella y le recordó que Jesús todavía la amaba. La llevó a casa de su padre, con quien había perdido el contacto años atrás y éste le acogió de nuevo.
Patricia comenzó a reconstruir su vida, se confesó de sus abortos, pero todavía sentía algo que impedía que estuviera tranquila. Había sanado su cuerpo, pero no su alma.
Por eso decidió participar en un retiro de los Viñedos de Raquel, que cambió radicalmente su vida.
“Llegué al retiro sintiéndome una asesina y una pecadora malvada que abortó sus tres hijos. Salí del retiro, sabiéndome madre de tres hermosos bebes que Jesús y María cuidan y que me esperan para encontrarnos un día en el cielo. ¡Estaba tan dichosa! Llamé a mi primera bebé Marianna en honor a la Virgen. Al segundo, le puse Emmanuel en honor a Jesús. Y a la tercera, Rosa, en honor al Rosario”, explica a ACI Prensa. A sus tres hijos les prometió: “Ya que yo terminé con sus vidas y no les dí la oportunidad de vivir, en adelante y en su honor, yo haría todo lo posible para defender la vida”.
“A todas las mujeres que han abortado, si tienen un corazón arrepentido se puede encontrar la sanación. Puedes ser perdonada y perdonarte a ti misma. Y a todas las madres embarazadas, quiero decirles que el aborto nunca es una solución”, expresó.